lunes, 27 de abril de 2009

Los días no felices, aunque soleados

Haciendo memoria, me encuentro con lo siguiente; con esos días aciagos que me motivan a no pensar en mañana (sí, no quiero imagimar un posible martes negro, 28 de abril de 2009). Mejor, quiero soñar que todo fue una pesadilla colectiva, un "jalón de orejas" por aquellas cosas que hemos ignorado, dejado de hacer, no defendido y ofendido.

* El miércoles 22 de abril A enfermó de tos. Llamé a mi hermana (médico-internista) para pedirle consejo. Me contestó, con un dejo de preocupación, lo siguiente:"¿Sabías que hay una epidemia de Influenza que está matando gente? Yo pensé, hasta cierto punto, que era normal, que a lo mejor en un hospital no habían tenido el suficiente cuidado y que ahora muchos estaban enfermos. Dormí escuchando la tos de A. La única preocupación era que se hubiera tomado la medicina recién recetada.

*El jueves 23 de abril, al mediodía, mi hermana llamó a mi celular para decirme que su hospital había empezado una campaña de vacunación, que deberíamos ser parte de ella, que de verdad lo de la Influenza era algo serio. Dormí toda la tarde, hice caso omiso de la recomendación. En la noche le marqué para preguntar cómo iba todo. Ella insistió en la vacuna, comencé a preocuparme. Prometí ir al otro día.

*El viernes 24 de abril, en ningún hospital ponían la vacuna, estaba agotada, sólo en el Español. Mi hermana me llamó de nuevo y me dijo que ya había una larga fila, que no lo pensara tanto, que fuera de inmediato. A y yo tomamos el coche. Llegamos a las 9 am. No fue si no hasta las 12 del día que una enfermera pinchó mi brazo izquierdo. Diez personas después de nosotros, la vacuna se había agotado. Por la tarde se dio la alerta y la confirmación: se trataba de Influenza porcina, de una mutación desconocida. Aunque al principio se dijo que se haría una intensa campaña de vacunación, a los pocos minutos la Secretaría de Salud informó que esto no sería de gran utilidad, pues se trataba de un virus nuevo. Se afirmó, en cambio, que se tenía garantizado el abasto de dos antivirales efectivos, que vacunar no valía la pena. Yo me la puse, nada perdí con esa protección adicional, si no para esta enfermedad aún no descifrada completamente. Por la tarde y noche, al pendiente de las noticias y cuidando a mi enfermito (de tos).

* El sábado 25 de abril fuimos al supermercado. La ciudad estaba semivacía, ahora la mitad de la población tenia un cubrebocas, incluídos los limpiaparabrisas. De regreso, dos pelis en casa: Princesa y Vicky Cristina Barcelona. Todos los periódicos del mundo hablaban de México.

* El domingo 26 de abril amaneció. Me preguntaba si la ciudad seguia vacía. Salí, con cámara en mano, a Texcoco. Conforme avanzábamos al oriente, los cubrebocas disminuían, la gente parecía no tener miedo. Por la tarde, de regreso en el DF, caminé unas cuadras sobre Álvaro Obregón, en la colonia Roma; todos los cafés y restaurantes estaban cerrados. Eran las 6 de la tarde. Soledad. Y la pregunta surgió, ¿qué pasará mañana?, ¿qué debemos hacer?, ¿ir o no ir a trabajar?

* El lunes 27 de abril, por si fuera poco, tembló. 5.7 grados que aumentaron la histeria (aunque luego disminuyó). En la ciudad había una moderada actividad: gente en el metro, metrobús, microbuses, calles, pero no como usualmente se ve. Llegué a la oficina, casi todos teníamos cubrebocas, otros no. Es muy respetable pensar que la situación es parte de un complot ¿gringo?, ¿de la ONU?, ¿de Felipe Calderón y su gobierno con el que no comulgo? ¡Por favor! Cuando se trata de salud, esto se encuentra por encima de todo, así que no ver a un par de personas protegidas me causó cierto recelo. No sabemos de qué se trata y nos hemos descubierto vulnerables, así que seguir las medidas que nos han recomendado creo que es lo más sensato. Lo último, la OMS ha dicho que hemos pasado de nivel 3 a nivel 4 de alerta. Los casos de Influenza porcina (que ya están pidiendo se cambie a "Influenza mexicana o norteamericana" ya se han extendido a varios países (EU, Perú, España, Francia, Australia, Ruisa, entre otros) ¿Qué sigue a todo esto? Mañana no iré a trabajar, tampoco A ni otros amigos. ¿Que si tengo temor de todo esto? Sí, creo que todavía no a un nivel paranoico, pero, ¿quién no tiene cierto miedo frente a lo desconocido?

viernes, 24 de abril de 2009

En tanto el mundo empieza a descomponerse...

... Yo me quedo en casa leyendo a Bolaño, escuchando música (en la versión Genius de Itunes, iniciando con una canción de El Perro del Mar), con un trapito a mi lado por si me da frío, esperando el momento en que el sueño me venza hasta el punto en que despierte en una nueva realidad. Y si ya nunca más vuelvo a tomarme una fotografía, que quede constancia de la que hace unas horas me hizo A, mientras estaba formada esperando recibir un piquete en el brazo, que quizás no haya servido de mucho –o tal vez sí–, después de todo.



* Ya, sin paranoia de por medio, dice la Secretaría de Salud que las dosis de medicamentos, de antivirales, están garantizadas para la gente que enferme de Influenza. Ojalá así sea, porque tengo muy claro que los servicios de salud de mi país, como muchas otras cosas, no funcionan adecuadamente.

Alarmaaaaa

1. ¿Epidemias en el DF? Y no es de asaltos o secuestros, ahora se trata de Influenza, una enfermedad respiratoria que en este año en particular llegó muy fuerte (síntomas similares a una gripe, pero potenciados, por así decirlo: cuerpo cortado, fiebre, flujo nasal, tos, dolor muscular). No recuerdo que en los últimos años hayan tenido que suspender clases ante una emergencia, salvo por contingencias ambientales, pero por enfermedad, creo que no. ¿DF en cuarentena? Mañana corriendo me voy a vacunar, si es que todavía hay vacunas porque, al parecer, ya se agotaron. Le hubiera hecho caso hoy a mi hermana, médico internista, que me llamó por teléfono para decirme que en el Hospital Español la estaban aplicando por 300 pesos...

2. De no haber sido porque me dormí toda la tarde, bien pudiera ya contar con mi dosis. Contrario al grueso de la población mexicana, yo no me automedico, voy al doctor ante cualquier síntoma de enfermedad y sí creo en la medicina alópata. ¿Que la diabetes se cura con el nopal? ¡Por favor! Si bien ayuda a disminuir el nivel de glucosa en sangre, no es la cura. Tengo mucho respeto por la medicina tradicional pero, ojo, no por la ignorancia y mucho menos por los que lucran con este tipo de engaños.

3. Espero que la gente que vive en la ciudad tome conciencia del problema y atienda las recomendaciones del Sector Salud que, definitivamente, se ve que no está preparado para ateneder un problema que pueden sobrepasarnos.

4. ¿Estamos los mexicanos preparados para responder a una contingencia mayor? Yo lo dudo mucho (y no hablo sólo de salud).

5. Hoy es el día mundial del libro. Yo tengo dos en la mesa: Cocaine Nights, de GJ Ballard y uno que tenía súper retrasado, Los detectives Salvajes, de Bolaño.

6. Así, entre la tos de Alfredo, la Influenza en el ambiente, mis libros y una madrugada que apenas inicia, una rolita para relajarnos de tanta cosa!!!!

7. Se me olvidaba, un par de recursos en la red:
www.iner.salud.gob.mx/
www.milenio.com/node/203924

miércoles, 8 de abril de 2009

Road To Somewhere


Hoy amaneció con el trinar de los pájaros. Son las 6:25 de la tarde y ellos continúan con su canto. No sé si se trate de los mismos –no lo creo–, pero escucharlos me genera mucha paz. Y a la par de ese sonido, viene el del viento, un aire necesario para los 32 grados centígrados de una de las primaveras más cálidas que recuerdo en Oaxaca.
Aún hay sol, el perico pareciera que todavía tiene hambre, pues no para de gritar, mi perra duerme, mamá y papá siguen su rutina, y yo, yo estoy en el centro de la que una vez fuera mi casa de infancia, en el patio, escribiendo, mientras veo que un hábil pajarito –acaso alguno de los que trinan desde lo alto del mangal y que aburrido decidió bajar– se roba las migajas que el perico ha dejado caer al suelo.
Recuerdo que más de una vez adopté a “Happiness”, de Goldfrapp, como una de las canciones de mis momentos felices. La estoy escuchando y vuelvo a sentirme feliz, pero ahora entiendo que es porque me transporta justo aquí, a este instante, a mi patio, a los pájaros, al cálido clima de mi casa, de mi hogar.
Y sí, casi todo es felicidad. Casi, porque alguien parece estar despidiéndose de mi, y no, no quiero que se vaya.

martes, 7 de abril de 2009

Los días felices y soleados (1a. parte)


La primavera y sus jacarandas no dejan de maravillarme. Al voltear al cielo y ver que en las ramas de los árboles abunda ese intenso matiz lila, toda la belleza, ahí concentrada, me hace sentir viva.


Porque en cada paso que doy, mientras los rayos del sol hacen que se refleje mi sombra en un suelo lleno de flores, todo vuelve a cobrar sentido.


Pues con una energía renovada y una felicidad que viene de alguna parte, nada puede salir mal.